domingo, 1 de noviembre de 2015

El Miedo y la Culpa, enemigos de nuestra Felicidad, 1ª Parte


Los Adversarios más mortíferos en el Camino del Héroe



Si existen dos grandes obstáculos para alcanzar la felicidad que todos merecemos por derecho de nacimiento, estos son, sin ninguna duda, el miedo y la culpa






Ellos representan las dos caras de la madre de las 10.000 cabezas de la mortífera Hidra de Lerna, la misma contra la que luchó el gran Heracles, Héroe entre los Héroes. 




El Mito nos relata como en el Segundo de sus Trabajos -según el orden tradicionalmente más aceptado- Heracles ha de cumplir la misión de acabar con la Hidra de Lerna, un terrible monstruo de 10.000 cabezas, todas ellas armadas de dientes afilados y venenosos, que vive en el corazón del pantano de la comarca de Lerna, atemorizando desde allí a todos los habitantes y viajeros de la región.

 


El entorno donde vive la Hidra, un pantano oscuro y maloliento, del cual emanan vapores mortíferos que envenenan a todo aquel que los respira, simboliza el lado más oscuro de nuestra mente, cargado de miedos, culpas, rencores, y pensamientos enrevesados, irracionales y asesinos.




La propia Hidra, con sus diez mil cabezas, representa los laberintos de la mente, intrincadas trampas que no llevan a ninguna parte, salvo hacia abismos sin fondo de los cuales es imposible escapar...




El valiente Heracles avanza decidido a cumplir con su misión, poniendo fin a la existencia de la monstruosa hidra, y para ello se adentra en el pantano, cubierta su nariz con un pañuelo, para no respirar el venenoso aire del lugar, que incluso a él puede matarle, acompañado de su fiel ayudante Yolao.
Cuando divisa a la Hidra apresta su arco, disparándole flechas de fuego para obligarla a salir de la seguridad de la cueva donde se esconde, pero no sirve de nada, porque el monstruo se niega a salir a la luz y luchar cara a cara, al igual que una parte profunda y malévola en cada uno de nosotros, cuando la enfrentamos en nuestro heroico proceso de crecimiento como seres humanos.
Así prosiguen los tres días siguientes, hasta que al fin la Hidra sale de su refugio a luchar cara a cara con el valeroso Heracles, que somos también cada uno de nosotros.
Desenvainando su espada, el héroe corta una tras otra de las cabezas de la Hidra, pero solo para ver, con miedo y asombro, como de cada cuello decapitado surgen dos nuevas cabezas, y así una y otra vez...
Sin embargo, un verdadero héroe no lo es solamente por su fuerza, sino también por su inteligencia, y así sucede que Heracles, viendo que esa lucha es inútil y que solamente puede conducirle a su propia muerte, tira su espada, y metiéndose en el pantano hasta la cintura agarra a la Hidra por abajo y levantándola en un esfuerzo supremo, la saca del pantano donde es poderosa para llevarla a la luz donde pierde todo su poder.
En ese momento cuando bajo los cálidos rayos de limpia luz, todas las cabezas mueren y caen exámines... ¡Todas menos una, la única realmente inmortal!
Cuando toma de nuevo su espada y de un tajo corta esta cabeza, muere entonces y para siempre la terrible Hidra del Pantano de Lerna.




La luz del sol, hasta la cual llevó Heracles a la Hidra, simboliza la Luz de nuestra propia Consciencia, nuestro Discernimiento o Inteligencia del Alma; solamente ella puede debilitar la fuerza de los engañosos tentáculos de la parte más profunda y patológica de nuestra psique, dejando al descubierto a la semilla, origen y centro de todos nuestros sufrimientos, limitaciones e impedimentos en la vida.
Y esta cabeza, madre de las 9.999 restantes, tiene dos caras, que nos miran fijamente, con ojos hipnóticos y profundamente malvados: Son el Miedo y la Culpa.
Son en apariencia similares, pero muy distintos, aunque su objetivo es el mismo: La destrucción de toda posibilidad de abrazar la felicidad.
El miedo puede frenarnos, e incluso paralizarnos; la culpa, sin embargo, nos paraliza desde el primer momento, allí donde estamos, matando nuestra alma y todos los sueños que deseamos hacer realidad.
Por la culpa matamos o hacemos matar, o nos dejamos matar sin oponer ni siquiera una simbólica resistencia.
La culpa es pues, la más peligrosa y mortífera de las dos caras de la Hidra, y la última en seguir planteando batalla cuando el miedo ha sido ya derrotado.
Y el miedo al que me refiero aquí no es el natural, el que funciona por instinto de supervivencia -el miedo a caerse y el producido por los ruidos fuertes y repentinos, según han demostrado los estudios científicos- sino el producto de la locura desbocada de nuestra mente, tanto de la individual, como la colectiva.




Una mente que fabrica miedos sin fin, miedos que nos persiguen y torturan, como siniestros y malévolos fantasmas, tal y como abordo en este artículo:

Miedo al ridículo, a qué dirán los demás, al éxito -el Complejo de Jonás descrito en psicología, directamente relacionado con la culpa- a salir de nuestra engañosa Zona de Confort y Seguridad -que es, irónicamente, el lugar más peligroso en estos momentos de cambio- miedo al error, miedo al dolor, miedo al miedo... Y una lista interminable de fantasmas insustanciales pero de una apariencia tan real ¡que creemos que son reales!




Muy bien, por hoy llegamos hasta aquí, en la segunda parte de este trabajo proseguiremos en nuestro duelo con el miedo y la culpa, los mayores y más despiadados enemigos de nuestra felicidad.

Manuel Marques

Coach para el Camino del Héroe


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