Integrando
Alma y Personalidad
El
Octavo Trabajo de Heracles consiste en robar y entregar para su
custodia a las 4 Yeguas del Rey Diómedes, hijo de Ares, dios de la
Guerra y la Confrontación. Este soberano gobernada el país de
Tracia, territorio situado al norte de la actual Grecia.
Estas
yeguas eran animales tan terribles, feroces, y despiadados como el
León de Nemea, primer contendiente de Heracles, y al igual que el
León, se alimentaban de carne humana, asolando la región donde
vivían y dejando con sus pezuñas una huella de terror y
desesperanza allí por donde pisaban.
Eran
sumamente astutas, pues no en vano pertenecían a la estirpe de Ares,
y vivían en un bosque profundo y oscuro, protegido tras unas
ciénagas, donde habían establecido su hogar y su refugio.
Continuamente
procreaban, aumentando su número, pero los 4 Yeguas originales eran
el siniestro corazón de la manada; sus nombres eran Podargo, Lampón,
Janto, y Deino.
Este
Trabajo guarda dos grandes enseñanzas, tanto para el héroe,
hijo de Zeus, como para cada uno de nosotros: La primera y más
dolorosa es asumir que el Alma -el Ser Esencial e inmortal, o
Actor- y la Personalidad -el Ego o Personaje- han de actuar
juntas y de común acuerdo, imperando la voluntad e inteligencia
del alma sobre la de la personalidad, si realmente queremos
superar los desafíos de nuestro Camino como Héroes de nuestra
propia vida; la segunda es no dar jamás por terminada una batalla
hasta que nuestro adversario ha sido definitivamente derrotado,
porque de lo contrario se levantará y de nuevo nos derrotará,
echando a perder todos nuestros esfuerzos anteriores.
Para
cumplir con el trabajo encomendado por Euristeo, Heracles se vale de
la ayuda de su amigo Abderis, fiel y voluntarioso, pero también
impetuoso, inconsciente y temeroso.
Sin
embargo, juntos consiguen localizar rápidamente a las Yeguas,
arrinconándolas en un lugar cerrado y sin salida, donde las ataron
por sus patas y las capturaron sin mayor dificultad; pero el mayor y
más humillante contratiempo estaba a punto de producirse...
Cumplido
-aparentemente- el encargo, Heracles da por hecho el trabajo, y
considerando que no merece su esfuerzo conducir a las Yeguas a su
nuevo establo, encarga esta tarea, a simple vista sencilla y carente
de dificultad, a su servidor Abderis.
Sin
embargo, las Yeguas, conscientes del temor que le inspiraban a
Abderis, se rebelan, rompiendo sus ataduras, y atacando al amigo y
servidor del héroe, rápidamente le dan muerte y devoran su cadáver,
recuperando su libertad para seguir perpetrando matanzas y
atemorizando a la gente.
Avergonzado
por su arrogancia, y profundamente dolido por su error, pues Abderis
era su amigo y con su estupidez había traicionado su confianza,
Heracles se pone de nuevo en camino para cumplir definitivamente con
su misión, y esta vez captura a las peligrosas y traicioneras
Yeguas, y él mismo -sin descuidar la vigilancia sobre ellas ni un
solo instante- las entrega a sus nuevos custodios.
Al
presentarse ante su mentor Euristeo, éste le dice, una vez informado
del resultado y contratiempos del Trabajo: “Mal has llevado a
cabo este Trabajo; aprende la lección que te corresponde, y disponte
a cumplir con un nuevo Trabajo.”
La
clave psicológica del mito es múltiple; comenzando por el
principio, la 1ª Clave la constituyen las Yeguas, que
simbolizan las ideas -y los pensamientos derivados de ellas- más
primitivas, negativas y destructivas, que alberga nuestra psique,
en los niveles más profundos del inconsciente.
Estas
ideas están firmemente enraizadas en nuestra mente, y son muy
difíciles de erradicar, pues son engañosas y parecen derrotas
cuando aun pueden rebelarse y atacarnos.
Forman
parte del bagaje de la Sombra Negativa, o Destructor en la
Sombra, sobre la cual puedes saber más en este artículo:
La 2ª Clave es
precisamente la primera de las enseñanzas que he explicado al
principio del artículo; el Alma, simbolizada por Heracles, y
la Personalidad, cuyo símbolo
en este mithos
es Abderis, han de actuar juntos, bajo la dirección de
Heracles, pues ambos se necesitan para cumplir con el trabajo.
El Alma necesita
probarse en los desafíos, aprendiendo y evolucionando; la
personalidad es su vehículo, su fiel y entregado servidor. Heracles
significa “Preciosa Gloria de Hera”, y Hera, esposa de
Zeus (la Voluntad), es el Alma.
Al poner la
responsabilidad de cumplir con la última -y peligrosa- parte del
Trabajo, Heracles sacrifica a su propia personalidad, víctima
de las feroces Yeguas o pensamientos destructivos de la Sombra
Negativa, e incapaz por su propia naturaleza de llevar a cabo una
tarea tan difícil, apta únicamente para el temple y la fortaleza
del Alma.
La
3ª y última Clave es no dar una victoria por cierta,
hasta haber derrotado definitivamente al adversario, empeñándose
con todas las fuerzas hasta la final culminación de la lucha.
El
éxito solo es tal cuando se consigue al 100%,
no al 90 ni al 80, ni a ningún otro engañoso porcentaje... Dura
lección que Heracles ha de aprender con dolor y humillación, y el
héroe y sus
12 Trabajos son un reflejo de nuestra propia lucha
para derrotar y aniquilar -o convertir en aliados- a nuestros
adversarios internos, ¡tenlo en cuenta!
Muy
bien, hemos llegado hasta el inesperado final del Octavo Trabajo; aun
restan cuatro más hasta cumplir con el Ciclo de las 12 que llevó a
cabo, para inspiración y ejemplo de todos nosotros, heraclidas
o héroes de nuestra propia vida.
Aquí tienes los links
a los artículos correspondientes a los 7 Trabajos anteriores:
Manuel Marques
Robles
Mentor y Coach para el
Camino del Héroe
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