sábado, 21 de noviembre de 2015

Cómo gestionar la culpa


Claves Prácticas para poner fin a la culpa en tu vida


Damos la bienvenida a Míriam Martín Canales, Psicóloga y Terapeuta, quien nos escribe desde España, inaugurando las colaboraciones de diferentes profesionales del Desarrollo Personal para Sé tu mejor versión, y nos comparte un interesante artículo sobre la culpa; qué es, tipos, consecuencias, y cómo gestionarla:

La culpa es uno de los sentimientos más complejos y difíciles de gestionar del ser humano. Sin embargo solemos ignorarlo bastante más de lo que merece. Hablamos del miedo, de la tristeza. Pero ¿La culpa? ¿Dónde queda la culpa?




La culpa es una respuesta emocional provocada por alguna vivencia pasada en la que concluimos que debíamos habernos comportado de una manera diferente a la que lo hicimos, ya que interpretamos que nuestro comportamiento (o nuestro no comportamiento) fue responsable que una serie de daños que se podían haber evitado.
Al igual que todas las emociones la culpa está cumpliendo una función adaptativa que hace que esta se haya mantenido a lo largo de la evolución del ser humano.
Esta función consiste en castigar actuaciones, pensamientos, etc… que se alejan de nuestros valores y empujarnos a reflexionar sobre aquellos actos que independientemente de las razones que sean, han causado algún tipo de daño a nuestro alrededor.
El problema es cuando lejos de cumplir su función adaptativa, el sentimiento de culpa se queda estancado, anclado a un momento vital o a una situación determinada, paralizándonos, anclándonos en el pasado, condicionando nuestro presente y atormentando nuestro futuro.




La culpa puede manifestarse tanto de manera consciente como inconsciente:

  • La culpa consciente: Sabemos que nos sentimos mal por una determinada acción (o por una determinada no acción), sin embargo no somos capaces de dejar de darle vueltas al tema.
  • La culpa inconsciente: No tenemos conciencia de que estamos sintiéndonos culpables, sin embargo este sentimiento nos estanca y no nos permite avanzar hacia nuestras metas

La culpa consciente es la más fácil de trabajar, ya que al tenerla identificada es más sencillo sacarla fuera, trabajarla, deshacernos de ella.
Sin embargo, ¿Cómo vamos a trabajar un sentimiento de culpa cuando ni siquiera somos conscientes de su existencia?

¿De qué maneras puede manifestarse la culpa?

La culpa inconsciente puede manifestarse de diversas maneras:

  • Baja autoestima: Cuando nos sentimos culpables en cierta manera nos auto-castigamos y nos tratamos como si no fuéramos dignos de amor o de respeto. A su vez permitimos que los demás nos traten como tal, afirmando de esta manera nuestra baja autoestima. Si los demás me están tratando así será porque es lo que me merezco ¿No?
  • Auto-sabotaje: Cuando estamos a punto de lograr algo que queremos y por lo que estamos luchando y de repente nos auto-saboteamos a nosotros mismos (No nos presentamos a la oposición, volvemos a una relación que sabemos que no nos conviene, etc…). Pensamos que no nos lo merecemos que no nos merecemos algo mejor, que no nos merecemos el éxito e inconscientemente vamos saboteando nuestros logros.




  • Síntomas psicosomáticos: Nuestro cuerpo es muy sabio, y en ocasiones se encarga de manifestar lo que nosotros reprimimos. Así que si tienes síntomas que tu médico no sabe explicar probablemente sea conveniente indagar sobre si hay alguna emoción reprimida que pueda estarlos causando.
  • Auto-destrucción: Drogas, relaciones tóxicas, cualquier tipo de adicción, conductas peligrosas como conducir bebido o a mucha velocidad, etc… también pueden estar siendo un mecanismo de escape de ti mismo y de tu propia emoción de culpa.

¿Cómo gestionar el sentimiento de culpa?

El primer paso para gestionar la culpa es detectarla, probablemente seas capaz de hacerlo tú mismo utilizando la introspección pero también es probable que necesites ayuda profesional para ello. No temas en pedirla si lo consideras apropiado, porque deshacerte de la culpa será quitarte una gran losa que quizás lleves arrastrando demasiados años.
Una vez que hayas detectado qué es lo que te está haciendo sentirte culpable puede serte muy útil alguna de estas estrategias:

  1. Reelabora la situación: Imagina que eres un observador externo y estás viendo desde fuera la situación/actuación, etc… que te genera ese sentimiento de culpa. Sin embargo, el protagonista de esta película no estás siendo tú si no otra persona de tu mismo sexo y edad similar a la tuya. ¿Qué piensas de esta persona? ¿Qué sentimientos te genera?
  2. Aprende a relativizar: Cuando nos sentimos culpables pensamos que hemos hecho algo horrible y que merecemos ser castigados por ello. Pero ¿Realmente nos merecemos eso? ¿Realmente lo que hemos hecho es tan horrible? ¿O quizás estamos exagerando? ¿Cuáles eran nuestras intenciones? ¿Por qué tomamos esa decisión? ¿Realmente queríamos hacer daño? ¿Hubiéramos hecho lo mismo si contáramos con toda la información?
  3. Convierte la culpa en responsabilidad: Somos humanos, es decir, seres imperfectos que cometemos errores. Cometer errores y hacernos responsable de ellos es una excelente manera de aprender y evolucionar en nuestro desarrollo personal, sin embargo culparnos y martirizarnos por esos errores es una excelente manera de estancarnos.
  4. Habla de ella: Cuando nos sentimos culpables por algo no nos gusta hablar de ello. Bien sea porque nos avergonzamos o porque al recordarlo nos sentimos mal. Sin embargo hablar sobre aquello de lo que nos sentimos culpables reduce considerablemente el peso de la culpa. No me refiero a se lo cuentes a todo el mundo ni a que hables de ello a todas horas, si no a que no te lo guardes para ti mismo y seas capaz de hablar sobre ello al menos con una persona de confianza.
  5. Observa si la culpa está cumpliendo alguna función que está impidiendo que desaparezca: La culpa puede estar cumpliendo alguna función como puede ser mantenerte dentro de tu zona de confort y evitar que afrontes determinadas situaciones o emprendas determinados cambios.  En el caso de que así sea es importante detectar que es lo que la culpa te está permitiendo evitar y enfrentarte a ello.




En definitiva, la culpa es una de las emociones más difíciles de detectar y gestionar, sin embargo es necesario aprender a manejarla si no queremos que sea ella la que nos maneje a nosotros.

Si deseas ampliar y profundizar en este tema tan crucial para nuestra felicidad, aquí puedes leer más:



Míriam Martín Canales

Psicóloga & Terapeuta, http://psicorumbo.com/





sábado, 7 de noviembre de 2015

El Miedo y la Culpa, enemigos de nuestra Felicidad, 2ª Parte


Los Adversarios más mortíferos en el Camino del Héroe


Sé bienvenido a esta segunda parte del trabajo sobre el Miedo y la Culpa, nuestros mayores adversarios en el camino hacia nuestra felicidad.
Ellos representan a los jueces y verdugos que nos convierten en víctimas de nosotros mismos, de la circunstancias, de la vida... Sin embargo, nosotros somos por libre elección los Héroes y Heroínas de nuestra propia vida, decididos por tanto, a liberarnos de tan nefasta e injusta condena a la infelicidad.





Todos los Héroes y Heroínas que en el mundo son y han sido, luchan contra esta horda de miedos inventados por nuestra mente, un elemento prodigioso, maravilloso, pero profundamente manipulado, y que al no saber utilizar se ha vuelto en nuestra contra.
Y para triunfar sobre ellos es necesario que recuperemos nuestro legítimo Poder, un Poder con mayúsculas que nace y se manifiesta desde nuestro interior; dicho en pocas palabras, hemos de empoderarnos, tal y como explico en estos artículos:




El Miedo se manifiesta como inseguridad, resistencia a correr hasta el más mínimo riesgo, y una obsesión por permanecer a toda costa en los estrechos límites de nuestra Zona de Seguridad y Confort, lejos de cualquier posibilidad de hacer magia en nuestra experiencia vital, o sea, de hacer posible lo aparentemente imposible.




La Culpa es aún más limitante y destructiva, y se traduce como un profundo -y muchas veces inconsciente- sentimiento de no merecimiento...




Y este sentimiento se manifiesta como autocastigo, autosabotaje, y una voluntad, tan fuerte como nefasta, de renunciar a cualquier oportunidad de avanzar y mejorar en nuestra vida. 




Cuando nos sentimos culpables nuestro horizonte de vida se torna gris y desolado, profundamente inquietante; y en los casos más extremos la autodestrucción parece el único camino a seguir.




O al menos eso pensamos, equivocadamente, pues el errar es humano, y el aprender de ello nos hace evolucionar; por tanto, la culpa es amiga y aliada de la muerte en vida, del vivir sin vivir... Y la Responsabilidad lo es del aprendizaje y de la vida consciente, plena y de éxito.




Hemos de saber que detrás del Miedo y de la Culpa se halla el Dolor; un Dolor que puede ser propio, heredado de la familia, o aprendido -o impuesto- por el entorno y por el paradigma dominante.




Este dolor puede convertirse, y de hecho así -en mayor o en menor medida- en la inmensa mayoría de los seres humanos, es un verdadero tirano del vivir cotidiano, un ser inmundo, parásito de la psique de la persona, a la cual tortura haciéndole repetir una y otra vez las situaciones que más le angustian o le frustran, para alimentarse de sus reacciones emocionales.
Es el Cuerpo Dolor, descrito con tanto acierto y detalle por Eckhart Tolle en sus trabajos. 





En la Sabiduría Atemporal se le representa como el Dragón que secuestra a la Dama, y al cual mata el Caballero San Jorge. ¡Y todos estamos llamados a ser como San Jorge, emulando su hazaña para matar al funesto Dragón que tiraniza nuestras vidas!




El Dragón, representación de los pensamientos, sentimientos y emociones de más baja vibración de nuestra psique, actúa por voluntad propia, y para su único y exclusivo beneficio, haciendo de la vida de la persona donde existe una terrible experiencia.
La Dama simboliza la psique, o sea y principalmente, nuestros sentimientos, prisioneros en un estado psicológico de miedo y/o de culpa.
El caballo es el Instinto, puesto al servicio de la Voluntad del Ser, representado precisamente por el Caballero San Jorge, quien mata al Dragón maldito clavándole -y por una razón específica- la lanza en las fauces, es decir, en la boca, ¿y por qué?
Porque por la boca hablamos, y el habla es el lenguaje, creador de nuestra realidad, pues cada palabra que pronunciamos dentro o fuera de nosotros, lleva consigo una carga emocional, positiva o negativa, que es precisamente la que arregla los acontecimientos para hacer que todo suceda en nuestra vida.
Y es sabido que quien siente miedo o culpabilidad no deja de repetírselo continuamente, hasta hacer de ello el discurso dominante de su vida, y el único decreto a cumplir.

Disponte pues, ¡oh Héroe o Heroína de tu propia vida!, ahora que conoces al feroz Dragón del Miedo y la Culpa, a darle la muerte que se merece, pues como bien nos legó como enseñanza Joseph Campbell, divulgador del Arquetipo del Camino del Héroe:

Al atesorar, al que en nosotros quiere quedarse, aferrarse, debemos matarlo.”


Manuel Marques

Coach para el Camino del Héroe

Si deseas leer la primera parte de este trabajo, aquí tienes el link:


domingo, 1 de noviembre de 2015

El Miedo y la Culpa, enemigos de nuestra Felicidad, 1ª Parte


Los Adversarios más mortíferos en el Camino del Héroe



Si existen dos grandes obstáculos para alcanzar la felicidad que todos merecemos por derecho de nacimiento, estos son, sin ninguna duda, el miedo y la culpa






Ellos representan las dos caras de la madre de las 10.000 cabezas de la mortífera Hidra de Lerna, la misma contra la que luchó el gran Heracles, Héroe entre los Héroes. 




El Mito nos relata como en el Segundo de sus Trabajos -según el orden tradicionalmente más aceptado- Heracles ha de cumplir la misión de acabar con la Hidra de Lerna, un terrible monstruo de 10.000 cabezas, todas ellas armadas de dientes afilados y venenosos, que vive en el corazón del pantano de la comarca de Lerna, atemorizando desde allí a todos los habitantes y viajeros de la región.

 


El entorno donde vive la Hidra, un pantano oscuro y maloliento, del cual emanan vapores mortíferos que envenenan a todo aquel que los respira, simboliza el lado más oscuro de nuestra mente, cargado de miedos, culpas, rencores, y pensamientos enrevesados, irracionales y asesinos.




La propia Hidra, con sus diez mil cabezas, representa los laberintos de la mente, intrincadas trampas que no llevan a ninguna parte, salvo hacia abismos sin fondo de los cuales es imposible escapar...




El valiente Heracles avanza decidido a cumplir con su misión, poniendo fin a la existencia de la monstruosa hidra, y para ello se adentra en el pantano, cubierta su nariz con un pañuelo, para no respirar el venenoso aire del lugar, que incluso a él puede matarle, acompañado de su fiel ayudante Yolao.
Cuando divisa a la Hidra apresta su arco, disparándole flechas de fuego para obligarla a salir de la seguridad de la cueva donde se esconde, pero no sirve de nada, porque el monstruo se niega a salir a la luz y luchar cara a cara, al igual que una parte profunda y malévola en cada uno de nosotros, cuando la enfrentamos en nuestro heroico proceso de crecimiento como seres humanos.
Así prosiguen los tres días siguientes, hasta que al fin la Hidra sale de su refugio a luchar cara a cara con el valeroso Heracles, que somos también cada uno de nosotros.
Desenvainando su espada, el héroe corta una tras otra de las cabezas de la Hidra, pero solo para ver, con miedo y asombro, como de cada cuello decapitado surgen dos nuevas cabezas, y así una y otra vez...
Sin embargo, un verdadero héroe no lo es solamente por su fuerza, sino también por su inteligencia, y así sucede que Heracles, viendo que esa lucha es inútil y que solamente puede conducirle a su propia muerte, tira su espada, y metiéndose en el pantano hasta la cintura agarra a la Hidra por abajo y levantándola en un esfuerzo supremo, la saca del pantano donde es poderosa para llevarla a la luz donde pierde todo su poder.
En ese momento cuando bajo los cálidos rayos de limpia luz, todas las cabezas mueren y caen exámines... ¡Todas menos una, la única realmente inmortal!
Cuando toma de nuevo su espada y de un tajo corta esta cabeza, muere entonces y para siempre la terrible Hidra del Pantano de Lerna.




La luz del sol, hasta la cual llevó Heracles a la Hidra, simboliza la Luz de nuestra propia Consciencia, nuestro Discernimiento o Inteligencia del Alma; solamente ella puede debilitar la fuerza de los engañosos tentáculos de la parte más profunda y patológica de nuestra psique, dejando al descubierto a la semilla, origen y centro de todos nuestros sufrimientos, limitaciones e impedimentos en la vida.
Y esta cabeza, madre de las 9.999 restantes, tiene dos caras, que nos miran fijamente, con ojos hipnóticos y profundamente malvados: Son el Miedo y la Culpa.
Son en apariencia similares, pero muy distintos, aunque su objetivo es el mismo: La destrucción de toda posibilidad de abrazar la felicidad.
El miedo puede frenarnos, e incluso paralizarnos; la culpa, sin embargo, nos paraliza desde el primer momento, allí donde estamos, matando nuestra alma y todos los sueños que deseamos hacer realidad.
Por la culpa matamos o hacemos matar, o nos dejamos matar sin oponer ni siquiera una simbólica resistencia.
La culpa es pues, la más peligrosa y mortífera de las dos caras de la Hidra, y la última en seguir planteando batalla cuando el miedo ha sido ya derrotado.
Y el miedo al que me refiero aquí no es el natural, el que funciona por instinto de supervivencia -el miedo a caerse y el producido por los ruidos fuertes y repentinos, según han demostrado los estudios científicos- sino el producto de la locura desbocada de nuestra mente, tanto de la individual, como la colectiva.




Una mente que fabrica miedos sin fin, miedos que nos persiguen y torturan, como siniestros y malévolos fantasmas, tal y como abordo en este artículo:

Miedo al ridículo, a qué dirán los demás, al éxito -el Complejo de Jonás descrito en psicología, directamente relacionado con la culpa- a salir de nuestra engañosa Zona de Confort y Seguridad -que es, irónicamente, el lugar más peligroso en estos momentos de cambio- miedo al error, miedo al dolor, miedo al miedo... Y una lista interminable de fantasmas insustanciales pero de una apariencia tan real ¡que creemos que son reales!




Muy bien, por hoy llegamos hasta aquí, en la segunda parte de este trabajo proseguiremos en nuestro duelo con el miedo y la culpa, los mayores y más despiadados enemigos de nuestra felicidad.

Manuel Marques

Coach para el Camino del Héroe