viernes, 27 de mayo de 2016

Los 12 Trabajos de Heracles: Capturar al Toro Salvaje de la Isla de Creta


Sublimando nuestros instintos y deseos


El Séptimo Trabajo de Heracles consiste en capturar y entregar sano y salvo al Toro Salvaje del rey Minos, dueño y señor de la isla de Creta.




Este toro era la posesión más bella y apreciada por Minos, hasta tal punto que desobedeció y engañó al poderoso Poseidón, dios del mar, cuando éste le ordeno sacrificar al precioso Toro; Minos prefirió preservar la vida de este excepcional animal, sacrificando en su lugar a un toro parecido.
Poseidón, poseído por la cólera al darse cuenta del engaño, maldijo al Toro convirtiéndole en una criatura tan furiosa e iracunda como lo era él mismo; y así fue como el rey Minos hubo de poner a buen recaudo al Toro -ahora tan salvaje y peligroso como la ira de Poseidón- para estar a salvo de sus ataques.
El Toro Salvaje, con contento con atemorizar con su poderosa ira al mismo rey de Creta y a todos sus súbditos, concibió con la reina Parsifae, esposa de Minos, al terrible Minotauro, a quien el burlado soberano hubo de encerrar en el intrincado laberinto que ordenó construir para que sirviera como su hogar y prisión hasta el fin de sus días, a manos del héroe Teseo. 





Euristeo, mentor de Heracles, le encarga ir hasta la isla de Creta, capturar al Toro Salvaje sin causarle ningún daño, y entregarlo a los Tres Cíclopes
El héroe llega sin contratiempo a la isla, entonces centro neurálgico de la cultura y la civilización mediterránea, y prosiguió su búsqueda en tierra firme; tras acechar cuidadosamente al Toro Salvaje, siguió su pista hasta un rincón donde pudo acorralarlo y capturarlo.




Para lograrlo se guió por la luz que emanaba de la frente del Toro, y a continuación, ya dominado el furioso animal, montó en él y lo condujo como lo haría un hábil jinete, primero hasta la playa y después, a través de las aguas del Mediterráneo, hasta la isla de las Cíclopes -que algunos investigadores sitúan en Sicilia- donde los tres gigantes de un solo ojo, cuyos nombres eran Brontes, Estéropes, y Arges, se hicieron cargo de él, preservando su vida.
Eran los Cíclopes criaturas gigantescas, de fuerza descomunal y temperamento brusco y colérico, y al mismo tiempo dotados de grandes habilidades para construir útiles con sus manos, y también de una singular, aunque primitiva, inteligencia.




La clave psicológica de este Séptimo Trabajo es muy especial: El Toro Salvaje simboliza nuestros naturaleza animal en el aspecto más voluptuoso, representado por nuestra libido.
La libido comprende tanto nuestra energía sexual como nuestra creatividad, y se mueve en base al deseo; ambos impulsos persiguen crear, nueva vida así como plasmar en la realidad objetiva nuestras ideas y anhelos, tantos los más bellos y positivos como los más oscuros y destructivos.
El Toro Salvaje de Creta representa todo este enorme potencial para la creación-destrucción, que son las dos polaridades de la misma energía. Heracles es la voluntad y la inteligencia del Ser Superior, es decir, del verdadero Ser que Somos en esencia.




Es también el símbolo de las cualidades positivas de la materia: Resistencia, vigor, persistencia y constancia; fuerzas que están a nuestro servicio y que podemos aprovechar en nuestro camino de evolución.
El Toro Salvaje es acorralado después de haber sido acechado por la Voluntad-Inteligencia; significa que es dominado pero no destruido, al contrario de lo que sucedió con el León de Nemea y la Hidra de Lerna. La luz en su frente simboliza el foco de la mente sobre su objetivo, la cual es precisamente la que guía a Heracles para encontrarlo y capturarlo.
Así es como hemos de proceder con nuestra propia naturaleza voluptuosa, domesticarla -hacerla de nuestro dominio- para sublimarla a objetivos dignos de nuestra identidad como seres humanos, superando nuestros instintos y deseos más primitivos.
El mito nos muestra como Heracles conduce al Toro Salvaje por las aguas -símbolo atemporal de lo emocional- hasta entregarlo a los Tres Cíclopes, quienes lo cuidarán a partir de ese momento, lo cual significa que ha experimentado sus propias emociones hasta superarlas, siguiendo la enseñanza que 3.000 años más tarde enunció el gran psicólogo suizo Carl Gustav Jung:

Quien no ha pasado por el infierno de vivir sus propias pasiones, no las superará nunca.”

Muy bien, aquí termina el Séptimo Trabajo, uno de los más fáciles y sencillos pero también de los más bonitos.
Puedes ver el índice completo de los 12 Trabajos de Heracles, así como el origen del héroe y del mito construido sobre sus hazañas en este artículo:


Manuel Marques Robles

Mentor y Coach para el Camino del Héroe


viernes, 20 de mayo de 2016

Los 12 Trabajos de Heracles: Matar a los Pájaros del Lago Estínfalo


Poniendo fin al pesimismos y el derrotismo en nuestra vidas


Bienvenido a este Sexto Trabajo, que marca el ecuador del Ciclo que Heracles realiza para trascender su propia -y limitante- humanidad para despertar al dios que late en él y convertirse en un igual entre los demás habitantes del Olimpo.




El filósofo ateniense Platón afirmó hace casi 2.500 años lo siguiente: “Los hombres somos dioses, pero lo hemos olvidado.” Y Heracles, héroe inspirador para todos nosotros, nos muestra, a través de hazañas y pruebas superadas a lo largo de sus 12 Trabajos, el camino para hacerlo realidad, mediante un mito que tiene cerca de 3.000 años de antigüedad.




En este trabajo Heracles ha de partir hasta la lejana Arcadia, región que vive asolada por una terrible plaga de pájaros asesinos, de cuerpo metálico, picos afilados como espadas, plumas tan duras e impenetrables como el mejor escudo, e invulnerables ante las armas de los hombres.
Todas las interpretaciones del mito coinciden en dos datos muy interesantes y escalofriantes... El graznido de las aves atemorizaba al hombre más valiente; y el tamaño de la bandada era tan colosal que cuando emprendía el vuelo tapaba la luz del sol y el día se convertía en noche.
Esta bandada de aves antropófagas vivía en el lago Estínfalo, en donde habían buscado refugio para escapar de los lobos, un animal que simboliza la nobleza y el espíritu de grupo.
Al llegar a la orilla del lago, Heracles es atacado por las aves, a las cuales rechaza blandiendo su poderosa maza, tallada por él mismo, y que se convirtió, junto con la piel del derrotado León de Nemea, en uno de sus símbolos característicos.




Tras acabar con uno de los pájaros, cuyas plumas caen como cuchillos afilados formando un círculo a su alrededor, el héroe empuña su arco y lanza varias flechas contra el resto de la bandada, pero sin conseguir derribar ni a una sola de las bestias aladas.
Heracles hace entonces uso de uno de los recursos habituales entre los héroes, y pide ayuda al dios Hefesto, el maestro herrero del Olimpo, para quien el metal no tenía secretos, y éste le fabrica unos címbalos de bronce, que serán el arma definitiva para poner fin a la existencia de los Pájaros del Lago Estínfalo. 




Eligió cuidadosamente el momento, y al atardecer regresó de nuevo al lago, cuando la totalidad de la bandada se había reunido para pasar la noche en el refugio que creían seguro y a donde ningún hombre, mortal o inmortal, osaría acercarse a la hora del crepúsculo.
Hizo vibrar los címbalos que Hefesto le había obsequiado para ahuyentar a la bandada; el mito nos relata como el sonido que producían era tan fuerte y estridente, que incluso los muertos se asustaban al escucharlo... Y los Pájaros no fueron menos, pues de inmediato levantaron el vuelo confusos y dominados por el pánico, volando en todas direcciones hasta que al fin eligieron un rumbo por donde huir de tan aterrador sonido.
Heracles, quien se había tapado los oídos antes de comenzar a hacer sonar los címbalos, montó en su caballo, y armado de nuevo con su arco, comenzó a derribar con las flechas a los terribles pero asustados pájaros, hasta que no quedó ninguno de ellos, y el silencio y la paz que le siguió se adueñaron del lugar, liberando a toda la región y sus alrededores de la maldición de las Aves de Estínfalo.




La interpretación psicológica del mito hace referencia a los Pájaros del Lago Estínfalo como el símbolo de los nefastos pensamientos negativos -y a las ideas o creencias que los sostienen- que asolan nuestra psique, representada a su vez por un lago, porque el agua es símbolo atemporal de lo emocional en nosotros.
Cada uno de los Pájaros que viven en el Lago Estínfalo emite un graznido aterrador y destructivo, y cuando se reúnen en bandada oscurecen la propia luz del Sol, sumergiendo al mundo en las tinieblas... Del pesimismo y el derrotismo.




Son los pájaros de mal agüero, que al hacer su nido, poniendo los huevos para una nueva generación de heraldos del pesimismo, nos llevan al abismo de la depresión.
Incluso los más grandes de entre los héroes han hincado su rodilla ante el desaliento -aunque fuera momentáneamente- como puedes leer en estos dos artículos:

Heracles les respondió con sus mismas armas, pero utilizando un instrumento mágico y construido para enfrentar y derrotar al mal. ¡El Poder de la palabra!, el mismo que nosotros usamos para crear estados de ánimo positivos y empoderantes y alejar el pesimismo y la desmoralización de nuestra vida.




Bien, querido lector, aun quedan 6 Trabajos por delante, tan desafiantes y sorprendentes como los que hemos visto hasta ahora.
Si no has podido leerlos o deseas repasarlos, aquí tienes los enlaces, ¡disfrútalos!:


Manuel Marques Robles

Mentor y Coach para el Camino del Héroe


viernes, 13 de mayo de 2016

Los 12 Trabajos de Heracles: Limpiar los Establos del Rey Áugias


Conquistando la propia libertad para servir a los demás


Este es el Quinto Trabajo de Heracles, según el orden que he tomado como referencia, y es también uno de los más interesantes y que mayor repercusión tienen.




Euristeo le encarga en esta ocasión un trabajo muy especial; al contrario que los precedentes no conlleva enfrentarse y capturar o dar muerte a ninguna bestia descomunal o extremadamente esquiva, aunque eso sí, va a requerir de todo su ingenio para su cumplimiento.
Tampoco será recompensado personalmente por sus esfuerzos, al contrario, le serán negados sus méritos y aun su vida será amenazada...
Se trata de limpiar los establos del ganado real de Áugias, Rey de Elide. Sucedía que este soberano, huraño y desconfiado, además de mezquino, avaro y sumamente negligente, desde mucho tiempo atrás, había descuidado gravemente la retirada del estiercol de su ganado; dado que éste pacía a lo largo y ancho de todo el reino, todo él -y no solamente los establos- se hallaba recubierto de una espesa y pestilente capa de excrementos, los cuales impedían a la tierra dar nuevas cosechas, matando tanto de hambre como de pestilencia, pues el aire estaba envenenado, a las desgraciadas gentes de aquel triste e infortunado reino.




El mismo Heracles, al cruzar la frontera y entrar en el reino, ha de cubrirse la nariz -como en el pantano de Lerna- para no respirar el aire envenenado por la inmundicia que contamina el lugar.
Poco después ve desfilar ante sí una caravana de carretas llevando cadáveres víctimas de esa misma pestilencia siempre presente en el aire de ese reino.
Llegado al fin ante el rey Áugias, se ofrece voluntariamente para limpiar los establos y liberar el reino de la apestosa calamidad que lo asola; el rey, haciendo honor a su fama de hombre escéptico y mal pensando, le responde que duda mucho que si ni siquiera él, domador del Jabalí de Erimanto y matador de la Hidra de Lerna y del León de Nemea, hijo de Zeus, Padre de los dioses, sea capaz de hacer este tarea en el día de plazo que le da para ello; sin embargo, si supera el reto con éxito, le promete la décima parte de su ganado, para que haga con él lo que le plazca.
Heracles da su conformidad al acuerdo y se pone en marcha hacia los establos para cumplir su tarea. Al ver las montañas de estiércol que se habían acumulado por el descuido de los años, toma conciencia de su monumental desafío, que jamás podrá ser superado en el plazo de un día que le ha dado el astuto Áugias empleando la fuerza bruta y otros medios que hasta entonces había empleado con éxito. En esta ocasión habría de ser extraordinariamente inteligente para cumplir con su trabajo.
Reflexionando en el campo situado entre dos ríos cercanos, el Alfeo y el Peneo, dio con la única solución factible, que consistía en desviar el curso de ambos ríos para la fuerza de éstos arrastrara hasta el mar la inmensa montaña de desperdicios que llenaba los establos hasta el mismo techo. Previamente Heracles abriría las puertas de los establos de par, tanto las de atrás como las principales, para que el agua pasara limpiándolo todo. 




Poniéndose rápidamente a trabajar, tras un día de duros esfuerzos había conseguido al fin desviar el cauce que ambos ríos habían seguido durante siglos, unificándolos en un nuevo y único cauce, tan poderoso que no había muralla ni obstáculo alguno en todo el mundo conocido que pudiera resistir su empuje. 




Llevada a cabo con éxito la limpieza, el héroe se dirigió al palacio del rey Áugias a anunciar su éxito y cobrar la correspondiente recompensa, de acuerdo a los términos del pacto con el gobernante.
Pero éste, usando como pretexto que había hecho trampa, pues habían sido los ríos con su fuerza y no Heracles con la suya, quienes habían obrado el milagroso resultado, le negó la recompensa, acusándole de aprovechado y amenazándole con la muerte si no abandonaba inmediatamente su reino, y aun si osaba en el futuro regresar a él. Y así concluye este Trabajo, tan único y trascendente como ingratamente recompensado.
La clave psicológica del mito es muy interesante, y en este caso en particular tiene además implicaciones que van más allá de lo individual, pues por primera vez en sus trabajos, Heracles, y con él cualquier Heráclida como nosotros, realiza una misión para la gran colectividad, con repercusión tanto en el presente como en el futuro; esta es la 1ª Clave.




El héroe se ha trascendido a sí mismo, a su egoísmo y a sus intereses y motivaciones particulares, para trabajar para los demás sin recibir ninguna recompensa, y siendo además amenazado de muerte por ello.
Este es el destino de prácticamente de todos aquellos que dedican lo mejor de sí mismos a trabajar para la humanidad; son ignorados sus méritos y virtudes, negadas sus recompensas inmediatas, y despreciados y/o amenazados con calumnias, o con la muerte.
El Buda, Jesucristo, Sócrates, Mahatma Gandhi..., etc, y aún cualquiera de nosotros en nuestra propia escala proporcional.
Al unificar el flujo de los dos ríos, el mito nos muestra la inevitable necesidad de armonizar nuestras dos energías fundamentales: La Masculina, de la planificación y la acción; y la Femenina, de la intuición y el sentimiento. Ambas en una conforman un impulso seguro e invencible. He aquí la 2ª Clave.




La última es la más interesante y trascendente de las claves... El estiércol acumulado simboliza a nuestra pesada carga -porque todos la llevamos, tanto a nivel individual como colectivo- de Karma; entendemos Karma como el conjunto de dolor y retos sin resolver, de aprendizajes pendientes de hacer efectivos en nuestra vida.




Áugias, gobernante negligente donde los haya, había permitido con su irresponsabilidad la acumulación de tal cantidad de Karma, que su reino estaba muriendo a causa de ello. 




Así, morimos a nuestras ilusiones, sueños, desafíos y aun a las ganas de creer en algo que merezca la pena y de vivir de acuerdo a ello; en la actualidad, como en pasadas épocas de crisis y decadencia, podemos ver las consecuencias de la acumulación de basura psicológica en nuestra sociedad, pues los Establos de Áugias simbolizan precisamente el reino de cada uno de nosotros y el conjunto de todos, que es la sociedad que conformamos.




Es necesario, llegados a este punto crucial, una acción inteligente y radical, si realmente deseamos limpiar nuestra vida de la sumamente pesada y negativa influencia de tanta porquería acumulada. ¡Y ésta es la 3ª de las Claves del este Trabajo de Heracles!

Muy bien, hemos concluido con el estudio y reflexión del Quinto Trabajo de Heracles. Aun quedan por delante cinco más, y los vamos a ir conociendo uno por uno hasta finalizar el ciclo.

De momento, te invito a repasar, o a leer desde el principio si no los conoces, los Cuatro Trabajos anteriores:
(Añadir el link al Trabajo de la Captura del Jabalí de Erimanto)


Manuel Marques Robles

Mentor y Coach para el Camino del Héroe

viernes, 6 de mayo de 2016

Los 12 Trabajos de Heracles: Capturar al Jabalí de Erimanto


Haciéndonos responsables de nuestras acciones


Seguimos con el Cuarto Trabajo llevado a cabo con éxito -aunque no sin un grave contratiempo al comienzo- por Heracles, el más cercano a nosotros de entre todos los héroes mitológicos.




Este trabajo conllevará para Heracles un doble y doloroso desafío: Templar su parte más humana, instintiva y salvaje, y aprender a hacerse responsable de las acciones surgidas de ella.
No lo hará sin cometer un grave error y comprobar como en él mismo obraba la misma naturaleza salvaje y destructora de la fiera de Erimanto a la cual se le había encargado capturar.




Una bestia feroz y sin freno arrasa la región de Erimanto; se trata de un jabalí de enormes proporciones y de igual fiereza, una auténtica y desatada furia de la naturaleza.
Euristeo le encarga pues apresar a la problemática criatura y poner fin a sus destructoras correrías por Erimanto. Sin embargo, antes de disponerse a la caza del Jabalí le recomienda que se alimente bien, pues el camino es largo y la tarea difícil y muy fatigante.
Haciendo caso de los acertados consejos de su mentor, Heracles se dirige a la cueva del Centauro Folo, amigo suyo, quien le acoge en su hogar, invitándole a beber un buen vino y a cenar hasta quedar satisfecho.




No transcurre mucho antes que les acompañe el viejo Centauro Quirón, maestro de hombres y criaturas, y siempre gustoso de una buena conversación.




Pero al poco tiempo, y atraídos por el olor de la buena comida y el vino, llegan más centauros, y esta vez no se trata de dos amigos de carácter templado por la sabiduría de los años, sino de un grupo de jóvenes y temperamentales centauros, amigos de las juergas y las buenas peleas... P
ero en esta ocasión se han buscado un peligroso adversario, Heracles, hijo de Zeus y de una mortal, cuya fuerza dio muerte al poderoso León y a la terrible Hidra, quien embriagado por el vino, y desatada la furia de su parte más humana e instintiva, acomete furioso a los centauros y pronto da muerte a diez de ellos, además de a su amigo Folo, hiriendo también de muerte al viejo Quirón.
Al día siguiente, cuando se despierta de su furiosa borrachera y ve las consecuencias de sus acciones, sintió como el peso de su culpa cayera sobre él como la más grande de todas las montañas... Un peso capaz de aplastar su alma de semidiós.
Profundamente dolido por su fatal acción, emprende el camino montaña arriba para capturar al Jabalí de Erimanto, un espejo donde ahora se puede ver a sí mismo.
Al llegar cerca de la cumbre de la montaña, en medio de la nieve, ve al feroz Jabalí, y habiendo aprendido la lección de la paciencia durante la persecución y caza de la Cierva Cerinia, coloca una ingeniosa trampa para hacer caer en ella al terror de Erimanto.
Y efectivamente, en poco tiempo el Jabalí comete un error y cae en la astuta trampa del héroe; Heracles llega hasta él y después de luchar contra la furiosa y apresada criatura, le agarra hábilmente por las patas traseras, y levantándolas para usarlas como la caña de un timón, dirige al otrora indomable Jabalí de Erimanto, para conducirlo hasta el sagrado templo de Micenas, donde ya entregó para su custodia a la Cierva Cerinia.






La clave psicológica del mito, y su inevitable y consecuente enseñanza, son muy claras en este trabajo: Heracles es a la vez hombre y dios, bestia y divino, instinto y voluntad pura, y ha de armonizar ambas naturalezas en sí mismo, haciéndose responsable de todas las acciones surgidas tanto de una como de otra, si realmente desea trascender su parte humana y mortal y convertirse en dios por méritos propios.
Al comenzar este Trabajo falla y comete un error de fatales consecuencias; su naturaleza mortal y salvaje le ha ganado la primera batalla. Pero como un auténtico héroe aprende rápidamente de su error y sigue su camino dispuesto a cumplir con su misión: Apresar a la criatura que representa con fidelidad a su propia y bestial parte humana.
Folo y Quirón representan esta misma doble naturaleza animal-divina correctamente equilibrada y armonizada, al contrario que sus jóvenes compañeros de especie, tan inmaduros y susceptibles como Heracles en esta fase de su proceso de aprendizaje y trascendencia.
El Jabalí que asola Erimanto representa nuestra parte más salvaje e instintiva, pero más desde la fuerza bruta típica de lo masculino, que desde la mucho más sutil y escurridiza energía femenina, tal y como lo representa la Cierva Cerinia.




Finalmente su captura resulta mucho más sencilla que con la engañosa Cierva Cerinia, y agarrándole por sus patas traseras, o sea, dirigiendo sus instintos desde la inteligencia y la voluntad, Heracles nos enseña una valiosa lección práctica sobre cómo proceder con nuestros desatados instintos, sometiéndolos, es decir, domesticándolos, sin dañarlos ni restarles su necesaria y adecuada utilidad.

El Quinto y próximo Trabajo es uno de los más interesantes y asombrosos: Limpiar los establos del Rey Áugias, y en breve podrás descubrir por qué.

Puedes leer sobre los anteriores trabajos haciendo click en estos enlaces:

Y aquí puedes leer sobre Heracles y el origen de los 12 Trabajos:

Heracles-Hércules es uno de los representantes más populares y conocidos de los Héroes Solares. Aquí puedes saber más sobre ellos:




¡Disfruta de las hazañas de este gran Héroe Solar y haz tuyas las enseñanzas que nos transmite en el mito!

Manuel Marques Robles

Mentor y Coach para el Camino del Héroe