Poniendo
fin al pesimismos y el derrotismo en nuestra vidas
Bienvenido
a este Sexto Trabajo, que marca el ecuador del Ciclo que Heracles
realiza para trascender su propia -y limitante- humanidad para
despertar al dios que late en él y convertirse en un igual entre los
demás habitantes del Olimpo.
El
filósofo ateniense Platón afirmó hace casi 2.500 años lo
siguiente: “Los hombres somos dioses, pero lo hemos olvidado.”
Y Heracles, héroe inspirador para todos nosotros, nos muestra, a
través de hazañas y pruebas superadas a lo largo de sus 12
Trabajos, el camino para hacerlo realidad, mediante un mito que tiene
cerca de 3.000 años de antigüedad.
En
este trabajo Heracles ha de partir hasta la lejana Arcadia, región
que vive asolada por una terrible plaga de pájaros asesinos, de
cuerpo metálico, picos afilados como espadas, plumas tan duras e
impenetrables como el mejor escudo, e invulnerables ante las armas de
los hombres.
Todas
las interpretaciones del mito coinciden en dos datos muy interesantes
y escalofriantes... El graznido de las aves atemorizaba al hombre más
valiente; y el tamaño de la bandada era tan colosal que cuando
emprendía el vuelo tapaba la luz del sol y el día se convertía en
noche.
Esta
bandada de aves antropófagas vivía en el lago Estínfalo, en donde
habían buscado refugio para escapar de los lobos, un animal que
simboliza la nobleza y el espíritu de grupo.
Al
llegar a la orilla del lago, Heracles es atacado por las aves, a las
cuales rechaza blandiendo su poderosa maza, tallada por él mismo, y
que se convirtió, junto con la piel del derrotado León de Nemea, en
uno de sus símbolos característicos.
Tras
acabar con uno de los pájaros, cuyas plumas caen como cuchillos
afilados formando un círculo a su alrededor, el héroe empuña su
arco y lanza varias flechas contra el resto de la bandada, pero sin
conseguir derribar ni a una sola de las bestias aladas.
Heracles
hace entonces uso de uno de los recursos habituales entre los héroes,
y pide ayuda al dios Hefesto, el maestro herrero del Olimpo, para
quien el metal no tenía secretos, y éste le fabrica unos címbalos
de bronce, que serán el arma definitiva para poner fin a la
existencia de los Pájaros del Lago Estínfalo.
Eligió
cuidadosamente el momento, y al atardecer regresó de nuevo al lago,
cuando la totalidad de la bandada se había reunido para pasar la
noche en el refugio que creían seguro y a donde ningún hombre,
mortal o inmortal, osaría acercarse a la hora del crepúsculo.
Hizo
vibrar los címbalos que Hefesto le había obsequiado para ahuyentar
a la bandada; el mito nos relata como el sonido que producían era
tan fuerte y estridente, que incluso los muertos se asustaban al
escucharlo... Y los Pájaros no fueron menos, pues de inmediato
levantaron el vuelo confusos y dominados por el pánico, volando en
todas direcciones hasta que al fin eligieron un rumbo por donde huir
de tan aterrador sonido.
Heracles,
quien se había tapado los oídos antes de comenzar a hacer sonar los
címbalos, montó en su caballo, y armado de nuevo con su arco,
comenzó a derribar con las flechas a los terribles pero asustados
pájaros, hasta que no quedó ninguno de ellos, y el silencio y la
paz que le siguió se adueñaron del lugar, liberando a toda la
región y sus alrededores de la maldición de las Aves de Estínfalo.
La
interpretación psicológica del mito hace referencia a los Pájaros
del Lago Estínfalo como el símbolo de los nefastos pensamientos
negativos -y a las ideas o creencias que los sostienen- que
asolan nuestra psique, representada a su vez por un lago, porque
el agua es símbolo atemporal de lo emocional en nosotros.
Cada
uno de los Pájaros que viven en el Lago Estínfalo emite un graznido
aterrador y destructivo, y cuando se reúnen en bandada oscurecen la
propia luz del Sol, sumergiendo al mundo en las tinieblas... Del
pesimismo y el derrotismo.
Son
los pájaros de mal agüero, que al hacer su nido, poniendo los
huevos para una nueva generación de heraldos del pesimismo, nos
llevan al abismo de la depresión.
Incluso
los más grandes de entre los héroes han hincado su rodilla ante el desaliento -aunque fuera momentáneamente- como puedes leer en estos
dos artículos:
Heracles
les respondió con sus mismas armas, pero utilizando un instrumento
mágico y construido para enfrentar y derrotar al mal. ¡El
Poder de la palabra!, el mismo que nosotros
usamos para crear estados de ánimo positivos
y empoderantes y alejar el pesimismo y la
desmoralización de nuestra vida.
Bien,
querido lector, aun quedan 6 Trabajos por delante, tan desafiantes y
sorprendentes como los que hemos visto hasta ahora.
Si
no has podido leerlos o deseas repasarlos, aquí tienes los enlaces,
¡disfrútalos!:
Manuel
Marques Robles
Mentor
y Coach para el Camino del Héroe
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