Intuición
y Determinación para alcanzar nuestros objetivos
Este
es el Trabajo nº 3, según el orden más citado en los estudios que
se han realizado sobre el mito de los 12 Trabajos de Heracles, y
también uno de los más interesantes.
El
relato del mito nos habla desde hace prácticamente 3.000 años, de
una bellísima cierva, dotada de una gran astucia, unos brillantes
cuernos de oro y unas poderosas pezuñas de bronce, tan grande como
un toro y tan rápida que ninguna criatura sobre la faz de la Tierra
había sido capaz de alcanzarla.
Su
nombre original era Keruneia, que significa “Dorada”,
debido al oro refulgente que formaba su cornamenta; era la última de
las cinco hermanas que la diosa Artemisa había encontrado en el
monte Liceo. Debido a su gran fuerza y envergadura sus cuatro
hermanas habían sido enganchadas al carro de la diosa, mientras que
ella había quedado libre en el mismo bosque al que ella bautizó con
su propio nombre.
No
teniendo un trabajo útil que realizar, la Cierva Cerinia se dedicaba
a trotar de aquí para allá, con gran estruendo y nefastos
resultados, pues al paso de sus pesadas y poderosas pezuñas de
bronce todo quedaba devastado...
La
cierva estaba bajo la protección de la diosa Hera, quien también
había criado al terrible León de Nemea y protegido a la pérfida
Hidra de Lerna, y era además la más despiadada adversaria de
Heracles, por el despecho que ella sentía hacia él, porque era
hijo ilegítimo de su esposo Zeus -habido con la mujer Alcmena- y
aspirante a formar parte de la familia del Olimpo.
A
pesar del hecho de honrar a la diosa con su nuevo nombre, pues
Heracles significa “Gloria de Hera”, ella sintió siempre
un profundo desprecio y hostilidad hacia quien consideraba un mortal
advenedizo, cuya naturaleza divina era consecuencia del gusto de Zeus
por las mujeres mortales.
Puedes
leer sobre el León de Nemea y la Hidra de Lerna en estos artículos:
Euristeo,
mentor de Heracles, encarga a éste capturar a la escurridiza y
destructiva Cierva Cerinia, y ponerla a buen recaudo, para que no
siga destrozando las cosechas de las cuales dependen los habitantes
para sobrevivir.
Heracles
se pone en marcha acompañado de nuevo por su sobrino y ayudante
Yolao, armado como siempre de su arco y flechas, la más versátil de
todas sus armas.
Sin
embargo, la caza no fue provechosa en absoluto, pues una y otra vez
la astuta cierva evadió al héroe, quien a pesar de su determinación
de poner fin a sus correrías, tras un año de infructuosos
esfuerzos, hubo de rendirse a lo evidente: Podría perseguirla hasta
el fin del mundo, hasta el fin de los tiempos, pero Cerinia jamás se
dejaría atrapar.
La
etimología de la palabra cierva quiere decir precisamente “elusiva
y difícil de atrapar”;
y fue de nuevo la astucia lo que permitió a Heracles triunfar en su
empeño y cumplir con su trabajo, pues decidió seguir a distancia a
su presa, esperando pacientemente a que el escurridizo animal,
cansado por la incesante persecución, se relajara y descuidara la
vigilancia.
¡Y
al fin se presentó la ocasión! Cuando al atardecer la Cierva
Cerinia se tumbó para descansar en el monte de Artemisa, Heracles,
atento y veloz, le disparó una flecha que la hirió en una de sus
patas; acto seguido la curó y la cargó sobre sus hombros para
entregarla a la custodia del templo sagrado de la ciudad de Micenas.
La
clave psicológica del mito nos muestra a la
Cierva Cerinia como símbolo de los instintos, y a Heracles
representando al intelecto.
Lo instintivo es, en este relato, lo
femenino y lúdico,
mientras que el intelecto es
masculino y está motivado por cumplimiento de su deber;
Heracles intenta cazar
a su parte más humana y juguetona, pero falla una y otra vez, pues
su previsible intelecto y la voluntad ligada a éste, se estrella
contra la imaginativa e imprevisible veleidad de los instintos, que
operan en estrecha relación con la parte que representa
al Niño
o Niña
Interior
que hay en todos nosotros.
Sin
embargo la paciencia del héroe, quien simboliza también la
implacable voluntad de nuestro Ser Superior, acaba por vencer a la
inconstante Cierva, quien en un descuido pierde su libertad.
El
mito especifica que Heracles coloca a la cierva ya curada de su
herida, “cerca
del corazón”,
aludiendo al momento en el cual la
voluntad del intelecto se une a la sabiduría del instinto,
dando lugar a la
Intuición,
y abriendo la puerta al héroe a un nuevo nivel de juego -y nunca
mejor dicho- pues la vida es un juego que hemos de aprender a jugar
para crecer como seres humanos.
Al
contrario que el León de Nemea y la Hidra de Lerna, la Cierva
Cerinia nunca tuvo malas intenciones, a pesar de la
destrucción que causó allí donde sus pezuñas pisaron, y fue
necesaria ponerla bajo custodia y gobierno de la voluntad para que su
fuerza pudiera ser utilizada para hacer el bien, al igual que
nuestros instintos e impulsos más infantiles -fuerzas maravillosas y
creativas cuando son adecuadamente canalizadas- han de ser guiadas
por la voluntad de nuestra personalidad adulta, y en última
instancia de nuestro Ser Superior, para que den un resultado positivo
para todos.
Por
ello no fue necesario darle muerte sino solamente causarle una
leve herida, de la cual se recuperó fácilmente.
Cuando
nos guiamos por nuestra propia intuición, y al mismo tiempo ponemos
en juego la determinación, el logro de nuestros objetivos es
inevitable, aunque conseguirlo lleve un periodo más o menos largo de
tiempo y esfuerzo, y esta es precisamente la última y valiosa
enseñanza del mito.
El
próximo Trabajo de Heracles será capturar al feroz e indomable
Jabalí de Erimanto; será el cuarto de doce trabajos. Aquí puedes
ver la lista completa de los 12 Trabajos de Heracles y saber más el
más legendario de todos los héroes de la Mitología Universal:
Manuel
Marques Robles
Mentor
y Coach para el Camino del Héroe