Equilibrando
coraje e impulsividad con compasión y discernimiento
El
Noveno Trabajo que realiza Heracles es, en su desenlace, otra dura
lección para el héroe, pero en esta ocasión el hijo de Zeus,
protagonista de los 12 Trabajos toma conciencia rápidamente de su
error y lo compensa con una acción digna de un hombre de bien.
Euristeo,
mentor de Heracles, tiene un hija llamada Admete; ella pide para sí
el Cinturón de la Reina Hipólita, quien gobierna al poderoso pueblo
de las mujeres nacidas y criadas para la guerra, las Amazonas; así
pues, para complacer a Admete, Euristeo ordena a Heracles robar el
Cinturón y traerlo consigo como regalo a su hija.
Este
Cinturón, era un regalo divino, según unas interpretaciones del
mito de Venus, diosa del Amor, y según otras de Ares, dios de la
Guerra y la Confrontación; el Cinturón era el símbolo del poder de
Hipólita sobre su pueblo, al cual había sabido unir gracias a la
fuerza de las armas y a la inteligencia de sus estrategias militares.
Vivían
en la orilla izquierda del Danubio, mirando hacia el Mar Negro, y
hasta esas lejanas tierras -para la época, hace 3.000 años- llegó
Heracles, acompañado de un grupo de guerreros voluntarios.
Las
Amazonas despreciaban y mataban a los hombres, incluso a los niños
recién nacidos, y solamente se servían de ellos para los
sacrificios y para engendrar nuevas guerreras.
Era
este pueblo formado exclusivamente por mujeres, descendientes de Ares
y de la ninfa Armonía, devotas del mismo Ares, al cual ofrendaban en
su templo dedicado a la Luna.
Heracles
planea ganarse el aprecio y el respeto de las Amazonas, para obtener
el Cinturón de la misma Hipólita sin recurrir a la violencia. Así
sucede al principio, según narra una de las versiones del mito; sin
embargo, la diosa Hera, la siempre presente adversaria del héroe,
confabula contra él y sus buenos propósitos, haciendo correr entre
las Amazonas un rumor sobre las verdaderas -según ella- intenciones
de Heracles y los suyos: Secuestrar a la Reina Hipólita y llevársela
consigo.
Las
Amazonas toman sus armas y atacan al héroe y a los suyos,
produciéndose una gran batalla en la cual Hipólita y las
principales Amazonas pierden la vida.
Una
versión diferente del mito ofrece otra escena: Hipólita da la
bienvenida a Heracles, dispuesta a entregarle su Cinturón sin
ofrecer resistencia ni intentar negociar o convencerle para que
desista de su empeño -incluso hay investigadores que sostienen que
la Reina se enamora de Heracles- pero el héroe, desconfiando de las
intenciones de la reina, y temiendo una emboscada, la mata en el
mismo salón del trono, delante de las Amazonas, y terminando con la
vida de varias de ellas en su huida.
Fuere
como fuere, Heracles se da cuenta de su terrible error, pues ha
quitado varias vidas sin motivo alguno que justifique esta acción
absurda y criminal.
Profundamente
dolido por su estúpida acción, decide compensarla con una acción
bienhechora, aun poniendo en riesgo su propia vida.
La
oportunidad se presentó en su viaje de regreso, pues Hesíone, hija
del Rey de Troya, Laomedonte, estaba a punto de ser devorada por un
furioso monstruo marino, enviado como castigo por Poseidón, dios del
mar, quien reclamaba el pago por la construcción de un lienzo de la
muralla de la legendaria ciudad.
No
pudo evitar el héroe que Hesíone fuera devorada por la criatura de
Poseidón... Sin embargo, empuñando su espada, abrió el vientre del
monstruo y de él rescató a la princesa.
Satisfecho
con su buena y heroica acción, Heracles se sintió aliviado y
emprendió el último tramo de su viaje a la morada de Euristeo y
Admete.
Al
llegar ante Euristeo, éste le recrimina por el innecesario asesinato
de la Reina Hipólita y varias de sus Amazonas, pero reconoce que al
haber salvado a la princesa Hesíone, ha demostrado haber aprendido
la lección, compensando su error.
Varias
son las interesantes y útiles claves psicológicas de este Noveno
Trabajo: Las Amazonas representan los extremos de las energías
masculina y femenina, con el claro predominio de la primera,
pues habían relegado y aun despreciado su capacidad para albergar y
dar vida, por desarrollar la maestría de arrebatarla a sus
adversarios.
Igualmente
habían reprimido su lado más tierno y compasivo para potenciar al
máximo su faceta protectora, la cual había derivado en un impulso
destructor y aniquilador, desprovisto de respeto y de piedad hacia
todos aquellos a quienes consideraran una amenaza, especialmente a
los representantes del sexo masculino. La Guerrera había enterrado a
la Madre... ¡Los extremos nunca son buenos ni albergan ningún
futuro!
El
Cinturón de la Reina Hipólita, legada por Ares o por Venus, era
precisamente el símbolo de:
"La Unidad lograda a través de la lucha, el conflicto, la contienda, la Maternidad y del Niño Sagrado -el Niño Interior- hacia quien toda vida humana realmente dirige su rumbo de evolución.”
Esta
es la 2ª Clave: Llegar a la armonización a través del
conflicto, superando todo antagonismo dentro y fuera de uno
mismo.
Heracles
roba el Cinturón, matando a su legítima propietaria, y dejándose
llevar una vez más por sus instintos más animales -como sucedió
con los Centauros en el trabajo de la captura del Jabalí de
Erimanto- pero espoleado por su dolor y su propia consciencia,
arriesga su vida salvando la vida de la princesa Hesíone. Una
vida compensa a otra, un acierto a un error.
¡Muy
bien! Así transcurrió y hemos aprendido del Noveno Trabajo de
Heracles. Restan 3 Trabajos más dentro del Ciclo de 12, junto con
otros dos que llevó a cabo a posteriori, los cuales conocerás en
breve.
Si
quieres saber más sobre el origen y desarrollo de los 12 Trabajos,
puedes hacerlo leyendo este artículo:
Manuel
Marques Robles
Mentor
y Coach para el Camino del Héroe
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