Armonizando
nuestra dualidad para servir al Universo
Sé
bienvenido al Undécimo y penúltimo Trabajo de Heracles, el cual es
también el más trascendental. Euristeo encarga a su discípulo
robar las Tres Manzanas de Oro del Jardín de las Hespérides.
Estas
manzanas fueron el regalo de boda de la diosa Gea -la Madre Tierra- a
Hera, al tomar en matrimonio a Zeus, padre de los dioses y señor del
Olimpo.
Hera
es también la gran adversaria de Heracles a lo largo del Ciclo de
sus 12 Trabajos, intentando una y otra vez -aunque no consiguiendo-
que el héroe fracase y se de por vencido o sea muerto en el intento
de realizar sus Trabajos.
La
diosa había mandado custodiar las Tres Manzanas de Oro en su jardín
sagrado, situado en la falda del monte Atlas; allí, un dragón de
cien cabezas, de nombre Ladón, y tres ninfas conocidas como las
Hespérides, y llamadas Egle, Eritia, y Hesperaretusa, es decir, “La
Resplandeciente”, “La Roja”, y “La Aretusa de
Poniente.”
A diferencia de sus Trabajos
anteriores, Heracles no recibió de Euristeo ninguna indicación o
información válida sobre dónde estaba situado el Jardín de las
Hespérides, por lo que hubo de emprender una búsqueda a lo largo y
ancho del mundo, tanto el conocido como el que se encontraba más
allá de éste, en las cuatro direcciones del horizonte...
Para facilitar su tarea decidió
pedir consejo a Nereo, también conocido como “El Anciano del
Mar.” Este enigmático personaje demostró ser tan sabio como
poco dado a compartir su conocimiento, y tras muchas respuestas
ambiguas, Heracles prosiguió solo su camino.
A lo largo de su incesante búsqueda,
siguiendo rumbo sur, hubo de enfrentarse a la Serpiente Anteo,
gigantesca criatura aparentemente invencible, hijo de Poseidón, dios
del Océano, y de Gea, la ya mencionada Madre Tierra.
Heracles descubrió cómo derrotarla
al levantarla en el aire, pues en esa posición perdió todo su
poder.
Su siguiente rival fue más astuto y
peligroso; se llamaba Busiris, y era hijo de Poseidón y de una mujer
mortal. Engañó a Heracles, haciéndole creer que le revelaría el
camino correcto al Jardín de las Hespérides, pero le mantuvo en su
palacio como invitado, hasta que llegó a olvidar su misión, y
entonces le hizo prisionero tras haberlo narcotizado, y dispuso que
fuese sacrificado.
No tardó Heracles en despertar y
liberarse de sus ataduras, para a continuación matar a Busiris y
abandonar su engañoso reino.
Prosiguió con su camino para
realizar un prodigioso trabajo, que no forma parte del Ciclo de 12,
pero que puede considerarse el Decimotercer Trabajo: Liberar al Titán
Prometeo.
Prometeo, de quien hablaremos más
adelante, estaba prisionero en el Tártaro, siniestro y olvidado
rincón del Hades o Inframundo, que funcionaba como siniestra prisión
para dioses, titanes y otros personajes díscolos que pudieran
amenazar el domino del Olimpo sobre los hombres y los dioses.
Él fue quien robó el Fuego de la
Consciencia del Olimpo para entregarlo a la Humanidad, desobedeciendo
explícitamente a Zeus, quien le condenó a permanecer encadenado a
una roca, mientras un águila le devoraba el hígado durante el día,
herida que curaba completamente durante la noche, para comenzar de
nuevo la tortura al día siguiente.
Heracles mató al águila con sus
flechas, cortando para siempre las cadenas del ahora liberado
Prometeo.
Finalmente llega ante Atlas, el
gigante que soporta sobre sus hombros y espalda el peso del mundo.
Apiadándose de él, toma la enorme esfera para auparla sobre sus
propios hombros y relevar a Atlas de su tarea.
Fue entonces cuando Atlas, para
agradecer a Heracles por su gesto, se dirigió al Jardín de las
Hespérides -cuya localización Heracles seguía ignorando- y le
entregó las Tres Manzanas de Oro.
Con ellas en la mano regresó
Heracles para entregarlas a su mentor, quien no sabiendo qué hacer
con ellas se las devolvió al héroe, que las entregó en el templo
de su gran oponente, la diosa Hera.
Las claves psicológicas del Trabajo
son tres: En primer lugar Heracles ha de comprometer en el
cumplimiento de su misión tanto a su parte más animal,
instintiva y agresiva, como a su parte divina, ejemplificados en
la lucha a muerte contra Anteo, pues ahí ha de servirse de su fuerza
para levantarlo en el aire, y también en la liberación de Prometeo
de sus cadenas y de Atlas del peso del mundo, dos hechos en los
cuales el héroe reconoce el mérito, servicio y sacrificio de
ambos personajes, y el deber de contribuir él mismo a
impulsar el progreso espiritual de la Humanidad.
Por este motivo todos nosotros
estamos llamados a ser Heráclidas, o sea, héroes y heroínas de
nuestra propia vida, siempre dispuestos a contribuir a construir un
mundo mejor.
En segundo lugar, y acabamos de
verlo, Heracles ha de superar definitivamente el egoísmo que de
forma natural le viene dado por su parte más humana, y comprometerse
decididamente con un servicio que trascienda su propio interés.
Ha de aprender además, y esta es la
3ª Clave Psicológica, a descubrir y evitar los engaños del
camino -o a salir de ellos- simbolizados en el mito por el rey
Busiris.
Muy bien; queda un último Trabajo,
el nº 12, sobre el cual trataré en el siguiente artículo. Asimismo
abordaré como un trabajo extra pero de enorme y significativa
trascendencia, la liberación de Prometeo, artículo con el cual
concluirá definitivamente este Ciclo de los (12 +1) Trabajos del
héroe Heracles, espejo e inspiración para todos nosotros.
Puedes
leer sobre los 12 Trabajos y el origen del Mito leyendo este
artículo:
Manuel Marques Robles
Mentor y Coach para el Camino del
Héroe
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