Él
nos dio una nueva oportunidad a todos los seres humanos
Te
doy de nuevo la bienvenida, estimado lector, a un trabajo que
expuesto en este artículo y uno nuevo que le seguirá en breve,
aborda uno de los más sorprendentes misterios del ser humano: El de
la oportunidad que se le concedió en el principio de su historia
para dar un poderoso paso hacia adelante en su evolución como
especie; un paso que no estaba contemplado en el plan original.
Un
paso que nos abrió la posibilidad de trascender todas nuestras
limitaciones como Humanidad, y al mismo tiempo de sobrevivir como
tal, en un momento en el cual nuestro futuro era realmente incierto,
y nuestras posibilidades infinitamente pequeñas.
Este
milagroso acontecimiento fue posible gracias a la visión, la
generosidad, y sobretodo el sacrificio, de un Titán que nos mostró
la verdadera y única naturaleza del heroísmo. Él fue el Primer
Héroe, y su nombre es Prometeo.
Hubo
un tiempo, hace miles o quizás millones de años... En el cual la
Humanidad vivía en la más absoluta de las tinieblas, ciega a toda
luz espiritual, y presa de sus instintos animales.
El
ser humano existía para sobrevivir, como una especie animal dotada
de una inteligencia superior, pero totalmente enfocada en su egoísmo,
sin espacio en su corazón para la generosidad, la misericordia, el
altruismo y ninguna de las virtudes que nos hacen realmente humanos.
Habíamos
sido creados por los dioses, usando una mezcla de tierra y de fuego,
tal y como nos explica el filósofo Platón en su obra
“Protágoras”, y Prometeo y Epimeteo, ayudantes de Zeus,
padre de los dioses y señor del Olimpo, habían distribuido los
dones y habilidades entre los hombres y mujeres, dando a cada uno lo
que mejor correspondía a su naturaleza y servía a su supervivencia.
Sin
embargo, y a pesar de los dones distribuidos por ellos, la vida del
ser humano era corta e incierta, y no había espacio en ella para la
felicidad ni la trascendencia de sus limitantes ataduras a la
supervivencia material. ¡Contemplarlos era un espectáculo
desalentador!
Prometeo
sintió empatía por nosotros, en ese estadío temprano de nuestra
existencia y decidió hacernos entrega del mayor y más poderoso de
los regalos: El Fuego de la Consciencia, la Llama Divina que ilumina
nuestro camino en la vida.
Se
presentó ante Zeus para pedirle compartir el Fuego Sagrado con las
criaturas efímeras -la Humanidad- pero la respuesta de Zeus fue
muy clara:
"No les corresponde en esta etapa de su camino llevar consigo el Fuego de la Consciencia. Habrán de seguir adelante con los dones que han recibido, ni uno más; ya han recibido suficiente. Esta es mi voluntad”
Sabía
que el Fuego se custodiaba en la casa de Hefesto, pues el herrero del
Olimpo lo utilizaba para sus trabajos, y el lugar no estaba vigilado
por centinelas siempre en guardia, como los que custodiaban las
puertas del Olimpo.
Fue
entonces al taller de Hefesto y de allí tomó el Fuego Sagrado,
bajando con él al mundo denso y oscuro, sumido hasta entonces en la
incertidumbre y la ciega desesperación, hogar de una Humanidad sin
esperanza.
Cada
hombre y cada mujer con quien compartió el Fuego tomó en proporción
a lo que su Alma podía albergar, y así unos tomaron más y otros
menos, pero todos recibieron con justicia.
Desde
entonces, todo ser humano puede hacer suyas las virtudes que nos
hacen realmente humanos, puente entre lo animal y lo divino:
Generosidad, Sacrificio, Altruismo, Misericordia, Empatía... Y su
corazón es capaz de ver más allá de sí mismo.
Por
primera vez en su corta historia, la Humanidad podía trascenderse a
sí misma y abrir las puertas a su parte divina; el ser humano tenía
la oportunidad de hacer el real el dios que era en potencia, tal y
como mucho tiempo después nos recordó Platón.
Sin
embargo, el castigo por desobedecer las órdenes explícitas de Zeus
fue terrible: Por orden suya, Prometeo fue llevado al Tártaro,
un territorio de destierro situado en los confines del Hades, del
Inframundo regido por su hermano Hades, y allí, encadenado a una
roca, cada día sufriría el tormento de ver -y sentir- como su
hígado era devorado por un águila, y cada noche esa terrible herida
curaría para ser abierta de nuevo al día siguiente, y así hasta
que su voluntad lo decidiese, o hasta el final de los tiempos...
A
pesar de los ruegos de algunos dioses, quienes manifestaron a Zeus
las buenas intenciones en la acción de Prometeo, el padre de los
dioses no dio su brazo a torcer y confirmó su terrible e implacable
sentencia.
Así
se lamentaba Prometeo de su castigo, aun sintiendo que había hecho
lo correcto, tal y como nuestra el libreto escrito por Esquilo para
representar la escena en el Teatro Mistérico, en el diálogo entre
Corifeo (el coro de las voces que preguntan en la obra) y Prometeo:
Corifeo - ¿Qué solución
hallaste a este mal?
Prometeo - Albergué en ellos
esperanzas ciegas.
Corifeo - Gran favor otorgaste a
los mortales.
Prometeo - Además de esto, yo
les regalé el fuego.
Corifeo - ¿Y ahora los efímeros
tienen el fuego resplandeciente?
Prometeo - Por él aprenderán
muchas artes.
Corifeo - Por tales culpas Zeus
te...
Prometeo - ... me ultraja y no
afloja para nada mis males.
Corifeo - ¿No hay un término
fijado a tu prueba?
Prometeo - No, ninguno, salvo
cuando le plazca a él.
...
A
pesar de rogar a Zeus para que le fuera levantado el castigo, éste
se obstinó en ello, como era propio de su carácter orgulloso y
autoritario, y desde entonces sufrió Prometeo su injusto castigo,
hasta el día en que Heracles, Héroe entre los Héroes, hijo de Zeus
y de la mujer mortal Alcmena, llegó en el transcurso de su
Decimoprimer Trabajo al Tártaro para liberar a Prometeo, matando con
sus flechas al águila que le torturaba y rompiendo para siempre su
cadenas.
Puedes
leer el relato sobre este Trabajo en el siguiente artículo:
Y
sobre el origen de Heracles y de sus 12 Trabajos leyendo aquí:
Veamos
a continuación las claves psicológicas del mito: El Fuego
Sagrado es la Consciencia presente en todos los seres, incluyendo a
los seres humanos. La Humanidad vivía entonces con su
consciencia totalmente dormida, como una especie animal dedicada
únicamente a la supervivencia en un medio hostil y de recursos
limitados.
Prometeo
representa a todos los seres de gran evolución espiritual, que
decidieron intervenir para dar a los seres humanos una oportunidad
de sobrevivir a su limitante condición, trascendiendo su instintos
animales, sus ataduras a la materia y a la supervivencia en el
entorno de la 3ª dimensión de la manifestación, y sus propias
limitaciones como Almas prisioneras en un cuerpo material
especialmente denso.
El
águila es el animal que simboliza a Zeus, padre de los dioses,
quien ejecuta el castigo al Titán. El águila representa también
nuestra Divina Presencia, o “Yo Soy”
que es nuestro Espíritu Inmortal, y por este motivo figura como
símbolo representativo del poder de diferentes naciones y
civilizaciones a lo largo de la historia, desde la antigua Roma o la
gran Tenochtitlán del México precolombino hasta la actualidad.
El
castigo decretado para Prometeo, simboliza la obligación de bajar
a esta dimensión de la vida manifestada, en un entorno material
de gran densidad como es el planeta Tierra, donde habrá de
desenvolverse y actuar entre las pasiones más instintivas y
primitivas, para inspirarnos a ser nuestra mejor versión, viviendo
periódicamente entre nosotros para enseñarnos a usar el don de la
Consciencia que nos ha sido entregado con tanto amor,
generosidad, y sacrificio.
Orfeo,
Zoroastro, Moisés, Sidharta Gautama “El Buda”, Jesús “El
Cristo”... Todos ellos son Prometeo, Héroes Solares
como él fue por primera vez en la historia de la Humanidad. Puedes
saber más sobre los Héroes Solares leyendo estos dos artículos:
Y
todos nosotros somos Heracles, y tenemos una gran responsabilidad en
liberar a Prometeo y a nosotros mismos de las ataduras de la materia,
tal y como veremos en el próximo artículo.
Hasta
entonces, queda abierto un espacio para recordar, reflexionar y
agradecer.
Manuel
Marques Robles
Mentor
y Coach en el Camino del Héroe
Precioso y muy bien contado Manuel. No hay nada como los clásicos para comprender de donde venimos. Por eso se están quitando de la educación: el Latín, la Filosofía etc... Me alegro que hayas rescatado este mito.
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